El juego de la realidad

allpaleer

Capitulo 3: La realidad

Dejando de mirar sus piernas y esos recuerdos que siempre aquerido olvidar siguió caminando con tanto dolor en el cuerpo, la caminata fue lenta y dolorosa. Se tocó el cuerpo y se dio cuenta de que no tenía ningún hueso roto, solo dolor y moretones por todas partes. Tenía un chichón en la parte superior del ojo derecho, los labios reventados, y las piernas eran la parte menos afectada de su cuerpo. Con una mano sujetándose el abdomen y la otra sosteniendo su mochila, continuó su camino hacia la parada del camión, tomando cualquier atajo que le ayudara a llegar a tiempo.

Finalmente, llegó a la esquina que lo llevaría a la parada del camión y vio que algunas personas todavía estaban esperando allí. Soltó un suspiro de alivio. -Parece que mis cálculos fueron correctos-.

Esperó en la parada del camión, recargándose en un poste, con una mano en el abdomen y el cansancio producto de la paliza y el largo recorrido que había tenido que hacer. Pasaron los segundos y finalmente llegó el camión. Esperó a que todos se subieran y, con dificultad debido a su estado, subió al camión.

Cuando llegó su turno de pagar, Nicolás se inclinó hacia adelante y sacó una moneda de 10 pesos de su tenis. Entregó los 10 pesos al conductor y antes de que pudiera sujetarse el camión arranca, haciendo que Nicolas no pudiera sujetarse por tener ocupadas las manos, haciendo que callera de lleno contra el piso, el camionero solo hizo una mueca y continúo manejando

—Lo que faltaba— escupiendo un poco por la caída, sus ojos llorosos por el golpe en la nariz que se había dado se levantaron como pudo a pesar de las complicaciones por el movimiento del camión, sentándose donde estuviera libre.

Terminando de sentarse observo alrededor y la indiferencia de las personas solo le hizo hacer una mueca vacía, dejando la mochila al lado suyo.

El camión bastante arruinado, grafitiado, los asientos estaban bastantes desgastados, si tenías mala suerte y viniera lleno el camión te tocaría asientos que te pican el trasero por la carcasa que se esta descarapelando o algunos con tubos parados.

Soltando un suspiro y mirando a su alrededor.

— Bueno, no fue el peor día de mi vida, solo que el problema es que tendré que decirle a mi mamá, bueno, si es que está en casa— pensó mientras miraba por la ventana. A través del cristal se podía ver una colonia donde había muchas personas marginadas, casas en ruinas y su faltante iluminación dado por hecho que no era una colonia muy segura.

— Me pregunto si todas las zonas exteriores de las grandes ciudades están iguales. Mientras el centro de la ciudad tiene lo mejor de la tecnología e innovación, aquí estamos como si estuviéramos en el año 2000. —

— Por eso debo ganar y mudarme al centro de la ciudad para poder disfrutar de una buena vida con mi madre. En esta época, las conexiones y poder es algo esencial, y aquí no puedo tener lo que necesito. Para entrar en las grandes escuelas, necesito una gran suma de dinero o conexiones que ahora mismo son casi imposibles de conseguir. Y llegamos al mismo punto: ganar la competencia. —

Sintiendo mucho estrés, Nicolás se olvidó de esos pensamientos y continuó observando el paisaje. Después de 10 minutos, llegaron a un lugar que lucía mucho mejor: casas de un solo piso, pintadas y habitadas. Además, no se veían tantos grafitis como antes.

Antes de salir de la colonia más agradable y regresar a la colonia más desfavorecida, Nicolás se bajó en una esquina de una calle sin salida. Caminó hacia su casa, que era la última en esa calle cerrada.

Al llegar a su destino, se encontró con una casa de un solo piso. Aunque no estaba pintada, era mucho mejor que las que había visto en el camino.

—Espero que esté en casa, si no… — Nicolás se interrumpió con un golpe en la puerta.

Pum Pum

Tocó la puerta y esperó a que alguien la abriera, pero su esfuerzo fue en vano.

Pum Pum

—Joder, qué buena suerte la mía. Ahora tendré que subir a la casa para abrir desde atrás—.

Nicolás se quitó la mochila y se dirigió a su ventana, que tenía barrotes que cubrían el vidrio. Se posicionó debajo de la ventana, listo para subir apoyándose en los barrotes.

—Muy bien, ahora el problema es si podré subir con estas lesiones—Pensando en cómo se iba subir puso la mochila bajo sus pies y brincando para agarrar los barrotes con ambas manos.

Se le veía sudar y su rostro mostraba cansancio mientras intentaba subir.

—Realmente estoy considerando si fuera mejor quedarme afuera toda la noche. ¡Ah! — exclamó con esfuerzo mientras trataba de subir-.

Con toda la fuerza que tenía y un grito varonil, Nicolás logró subirse al barrote y colocar sus pies en las barras.

—Parece que lo logré… — dijo, jadeando intensamente mientras comenzaba a ver borroso y a marearse debido al esfuerzo. Por el sudor acumulado, sus manos empezaron a resbalar de las barras. Justo cuando sus manos estaban a punto de soltarse, sus ojos brillaron. Levantó una mano y tocó la cornisa de la casa, luego hizo lo mismo con la otra mano. Con toda su fuerza y un grito que habría asustado a cualquiera que presenciara lo que le estaba ocurriendo, Nicolás logró llegar hasta la parte superior de su casa.

—¡Vaya, casi me muero, o eso creo! — exclamó, jadeando y con una mirada nublada, pero con una sonrisa deslumbrante.

—Esta vez realmente me superé. Con este cuerpo que no sirve ni para hacer yoga, logré subir al techo. ¡Ahahaha! —

Eso fue lo último que pensó antes de desmayarse. La luna estaba en su punto más alto cuando los ojos de Nicolás se abrieron de golpe.

—Me quedé dormido por el cansancio… ¡Aghhhhh, qué dolor! se quejó al percatarse del tremendo dolor que sentía. Miró las estrellas y la brillante luna. -Supongo que no soy más que una estrella más en esta galaxia infinita, sin nada especial, sin nada con lo que brillar sobre los demás. —

Poco a poco se levantó, luchando contra el dolor en su cuerpo. Caminó hasta el final de la cornisa de la casa, donde se encontraba la puerta trasera.

—Ahora tendré que hacer todo lo posible para que la caída sea lo menos dolorosa— se dijo a sí mismo. Puso sus manos en la cornisa y dio la espalda al patio. Extendió todo su cuerpo y luego se soltó para caer, pero debido a su agotamiento, sus piernas no amortiguaron la caída como había planeado.

—AGHHHHHHHHHHH, qué dolor. Maldita vida, este sí que es mi peor día— se quejó mientras se revolcaba de dolor. Después de un rato, se calmó y comenzó a respirar normalmente. Se levantó y trató de abrir la puerta trasera de su casa.

—Si esta puerta está cerrada, pensaré si realmente debería quedarme en esta maldita casa— pensó mientras rezaba para que la puerta estuviera abierta. Giró la manija y logró entrar en su casa.

—¡Por fin!, lo que me costó— suspirando, deseando tirarse en el sofá y finalmente descansar. Luego, recordó que sus cosas aún estaban en la entrada de la casa.

Abriendo la puerta delantera y recogiendo su mochila, finalmente se dirigió a su cuarto para descansar, sin revisar si su mamá le había dejado alguna nota.

8 AM

La alarma sonó en su cuarto, y con mucho dolor, Nicolás abrió los ojos y se levantó de la cama.

—Se me había olvidado la paliza que me dieron ayer— murmuró mientras observaba su habitación. No era nada especial, con paredes sin pintar, una cama sin la base adecuada, algunos muebles viejos y su adorada computadora.

A pesar del dolor, se dirigió al baño y tomó una ducha, lanzando algunos gritos por el dolor al tocar las heridas. Finalmente, salió del baño en busca de medicamentos y desinfectante para las heridas. Aunque solo tenía ungüentos y pastillas baratas, eran algo.

—Aunque sea un poco tarde para aplicarme el medicamento, al menos debería ayudar un poco— se dijo a sí mismo mientras terminaba de aplicar el medicamento.

Salió de su habitación, caminando sobre un suelo áspero que le hacía daño en los pies descalzos. Llegó a la cocina y se encontró con su madre, Mónica, quien estaba cocinando lo que parecía ser una torta de huevo.

—Buenos días, hijo— saludó Mónica. Tenía cejas marcadas, pero aún conservaba una elegancia que contrastaba con sus largas pestañas y unos labios pequeños, pero naturalmente rosados. Su cabello llegaba hasta la mitad de la espalda y, aunque no estaba perfectamente cuidado, el color negro le quedaba bien.

Cuando se volvió para ver a su hijo, exclamó: —¿QUÉ TE PASÓ? —.

Dejando lo que estaba haciendo, Mónica corrió hacia su hijo, quien, a pesar de ya no lucir tan lastimado, aún tenía moretones y cortes en los labios, y el ungüento no pasaba desapercibido.

—No te preocupes, mamá, solo fue una caída bastante alta por las escaleras del segundo piso de la escuela— explicó Nicolás.

Su madre revisó a su hijo, tocando suavemente su cuerpo para asegurarse de que estuviera bien. Finalmente, suspiro de alivio al comprobar que no era nada grave. Mientras tanto, Nicolás apretaba los dientes debido al dolor que sentía. Aunque por fuera parecía estar bien, su cuerpo estaba en llamas por dentro.

—Pensé que ya estaba bien, aunque la paliza que me dieron no fue precisamente suave— pensó Nicolás para sí mismo.

Soltando una sonrisa, logró tranquilizar a su madre, quien regresó a la cocina.

—Supongo que está bien. Si realmente estuviera herido, habría gritado. Él no tolera mucho el dolor— pensó su madre al respecto.

—Bueno, hijo, ten este huevo. Sé que no cenaste ayer, supongo que estabas tan cansado porque te lastimaste en las escaleras. Pero, hijo, ¿quién te trajo? — preguntó su madre mientras le servía un huevo en torta.

Nicolás, como si todo estuviera planeado, respondió inmediatamente con seguridad: —Me trajo un profesor, mamá. Se llama Julio—.

—Supongo que le debo dar las gracias un día de estos por cuidar de mi niño— dijo su madre con una sonrisa mientras le entregaba la comida a Nicolás y recogía sus cosas.

—Mamá, ¿vas a salir de nuevo? —preguntó Nicolás.

 

—Sí, lo siento, cariño. Se presentó una oportunidad de trabajo los sábados por la mañana, pero no te preocupes, llegaré antes de lo que piensas— respondió su madre mientras besaba a Nicolás en la frente y tomaba su bolso antes de salir hacia la parada de autobús.

—Es mejor que mi mamá no se entere de esto. Ya tiene demasiadas preocupaciones. No puedo añadirle más responsabilidades— apretando su puño sabiendo que en lo que trabajaba no era algo demasiado confiable y factible.

Mi madre trabaja en un burdel a pesar de que solo le sirve los tragos a los clientes, eso no evita que sufra de acoso por parte de ellos, muchas veces van personas con gran influencia y mi madre no puede hacer nada ya que puede perder su trabajo.

Suspirando por la impotencia de no poder sacar a su madre de esa vida, sus pensamientos fueron dirigidos a la competencia

—Si, si gano la competencia podre obtener financiamiento y conexiones, las recompensas que dan por ganar son demasiados grandes, con ella podre lograr sacarnos de aquí, solo espera madre—.

Lastima que la vida y el destino no siempre va como uno desea….

Terminando su comida y dirigiéndose a su habitación, donde se encontraba la computadora.

—Pensándolo bien, ya debería estar llegando— reflexionó Nicolás, esforzándose por moverse. Se sentó en una silla de plástico, encendió su computadora que parecía más un ventilador que otra cosa. Al encenderla, ingresó a una página llamada GloriaPasada.Com. Había varias opciones, pero la que más destacaba en el hub era “Precompra”, y debajo de ella estaba “Seguimiento de compra”. Nicolás presionó el botón de seguimiento y vio que su paquete se aproximaba a su casa en tiempo real.

—Dios mío, por fin. Después de tanto tiempo, parece que llega hoy y mañana se lanza el juego— exclamó emocionado al ver el punto verde que se aproximaba a su casa.

—Muy bien, esta es mi única oportunidad. Si no logro lo que me propuse, todo el dinero que invertí en esta máquina de realidad virtual será en vano. Aunque las máquinas de realidad virtual existen desde hace 2 años, este juego podría cambiar mi vida. Si no me equivoco, organizaciones de todo el mundo tienen sus ojos puestos en él y no solo eso la cantidad masiva de premios es increíble y tentadores. Con mis habilidades de estrategia y visión, creo que puedo llegar muy lejos y conseguir comenzar a crear mi propio imperio en las ciudades centrales y por supuesto salir de esta casa de basura. Aunque no debería confiarme, hay muchos prodigios en el mundo, y solo soy uno más que intenta alcanzar la cima a través de un videojuego— reflexionó Nicolás.

—Pero siempre está la incertidumbre si realmente esto es real, un mundo donde todo se rige sobre lo que dictan los que tienen poder y de repente sacan un juego donde puedes obtener ese poder y riqueza, es algo raro, pero no hay otra forma de poder ascender o salir de este basurero, el riesgo vale la pena, aun que seria una verdadera pena sin duda—.

Escuchando los portazos, Nicolás sonrió de manera espeluznante y corrió hacia la puerta, pero después de correr solo un metro, el dolor volvió y comenzó a caminar tranquilamente.

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